El 25 de diciembre, se festeja la navidad en casi todo el mundo porque es una fecha de unión familiar donde las muestras de gratitud y ternura se hacen más visibles con las personas que amamos. Los seres humanos necesitamos querer a alguien y amar a los que nos aman.
La vida no es fácil, nunca lo fue. Pero cualquier pesar es mucho más llevadero cuando aprendemos a dar y recibir amor. El odio, que también es una forma de expresión emocional ciega a los hombres cuando Dios los quiere perder. El odio envejece, el odio corroe nuestro sentido de supervivencia humana. El amor es todo lo contrario.
Los hombres somos seres políticos por naturaleza. Si se siembra odio en la política, que no se espere cosechar algún futo de amor. La política impacta en nuestra vida diaria y es por eso que los políticos, en momentos como los festejos de navidad y fin de año, deberían tomarse una pausa en su trabajo para reflexionar sobre la actitud que deciden tomar en el pantanoso terreno que es la política, pero hasta en el pantano más tenebroso existe una flor.
Es cierto que las decisiones que toman los políticos son muy difíciles de concretar. Muchas de esas determinaciones tienen diferentes motivaciones (ideológico, económico e incluso corrupción), pero tienen un impacto directo en la vida de las personas; Es en esa dimensión emocional es donde los políticos deberían buscar equilibrio en sus decisiones para tener el propósito común de elevar la calidad de vida de las personas para construir confianza ciudadana.
Después de los festejos de fin de año, seguramente la política con los políticos volverá a su cauce habitual. El encono y la diatriba de uno y otro bando volverá a las salas de redacción de los medios de comunicación. Y la verdad, sin tolerancia y poca convivencia pacífica imposibilita la construcción de consensos políticos mínimos que permitan pensar en un Perú diferente con menos odio y más amor fraternal.
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