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Dina Boluarte canta fuerte en Pichanaki 

En una época no tan lejana, los políticos eran conocidos por su habilidad para comunicarse en público, por su capacidad de oratoria, por su capacidad de convencer a las masas con sus palabras. Las plazas públicas eran el escenario perfecto para estos discursos, donde los ciudadanos se congregaban para escuchar a sus líderes y gobernantes. Sin embargo, los tiempos han cambiado, y en la era de la tecnología, la política también ha evolucionado. 

Hoy en día, rara vez vemos a políticos reunidos en plazas públicas para dar discursos a multitudes que escuchan atentamente. En cambio, los políticos se enfrentan a audiencias más escépticas y exigentes, que ya no se contentan con simples palabras. Para atraer la atención, los políticos a menudo recurren a sus operadores para movilizar personas y crear la ilusión de un apoyo abrumador.  

La presidenta de Perú, Dina Boluarte, habló fuerte y claro durante un discurso en el distrito de Pichanaki, se enfrentó a manifestantes que la acusaban de ser una «Dina asesina». En lugar de ignorar los gritos o responder con palabras suaves, Boluarte respondió con determinación: «A mí nadie me va a amedrentar con palabras como vienen diciendo: ‘Dina asesina'». 

La reacción de la presidenta Boluarte podría sorprender a algunos, ya que durante los meses que lleva en el cargo aparecía calmada. Sin embargo, algo cambió en su actitud y respondió los agravios de los manifestantes. ¿Será que está decidida a enfrentar de manera directa y fuerte a sus detractores?  

En la era de las redes sociales, los políticos deben ser conscientes de que cualquier declaración que hagan puede ser grabada y compartida en línea en cuestión de segundos. Si un político aparece gritando en una plaza pública lo que la gente puede percibir a través de sus teléfonos celulares es que se les agrede a unos centímetros de sus vistas.  

La pregunta es si este enfoque más directo y apasionado de la política es positivo o negativo. Por un lado, muestra que la presidenta Boluarte no está dispuesta a dejar que las acusaciones infundadas la amedrenten. Por otro lado, algunos podrían argumentar que su respuesta puede ser percibida como agresiva hacia la audiencia.

Domingo, 10 de setiembre del 2023 

“Es la economía, estúpido”

«Es la economía, estúpido». Esta icónica frase de James Carville, asesor del expresidente estadounidense Bill Clinton, quien sostenía que la suerte de la política era la economía ha resonado durante décadas en la mente de políticos. Sin embargo, a medida que examinamos el panorama político y económico en diversos países, queda claro que la realidad es mucho más compleja.

La idea de que la prosperidad económica o afirmar que “obras son amores” garantiza el respaldo popular es una falacia que la mayoría de políticos repiten ingenuamente. Pero, ¿es realmente cierto que una economía en crecimiento es suficiente para asegurar un buen gobierno? La respuesta, como lo demuestran los eventos recientes en Perú y Argentina, es no.

En Perú, hemos sido testigos de un crecimiento económico constante durante más de dos décadas, con inflación controlada y presidentes que prometieron progreso. Sin embargo, a fines del 2022, mientras el precio del dólar se acerba a cuatro soles el país se vio sacudido por la caída del expresidente Pedro Castillo. ¿Será que la incertidumbre económica que tocó la puerta de la casa de los peruanos?

Cuando una crisis, ya sea económica, social o natural, golpea a las familias, es entonces cuando se empieza a buscar culpables, y los políticos son los primeros en recibir la mirada acusadora. El aumento del precio del limón en Perú podría ser un ejemplo ilustrativo. Mientras las redes sociales se llenaban de memes sobre este tema, la explicación varia desde la falta de lluvias hasta problemas de producción. ¿Se culpará a los políticos?

La frase de Carville, aunque ingeniosa, no toma en cuenta la complejidad de la política. No podemos reducir la evaluación de un gobierno a cifras económicas para obras. La gestión gubernamental abarca mucho más que la capacidad para hacer más obras. Incluye la capacidad de un gobierno para responder a desafíos imprevistos, garantizar la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos.

Miremos a Argentina, donde la inflación económica es un problema crónico. A pesar de las dificultades económicas, el sistema político argentino ha demostrado ser increíblemente resistente a los cambios o crisis económica. Esto nos muestra que la relación entre política y economía es mucho más complicada.

Si bien la economía es importante para traer recursos para más obras, no es la única consideración que la valora la población.

Domingo, 03 de setiembre del 2023

La gente busca al no político

En Latinoamérica, se ha observado un fenómeno social sobre la preferencia por candidatos que parecen estar fuera del sistema político tradicional. Durante las recientes campañas electorales, varios aspirantes presidenciales han recurrido a actos poco convencionales para captar la atención de un electorado que, si bien se conecta con los medios, parece estar más interesado en el entretenimiento que en las cuestiones políticas.

El presidente de Chile, Gabriel Boric, subió a un árbol para emitir declaraciones a la prensa. Pedro Castillo de Perú apareció con sombrero y montando a caballo. En Ecuador, Guillermo Lasso sorprendió con zapatos de color rojo. Y más recientemente, en Argentina, Javier Milei ha impactado a sus seguidores cantando rock y exclamando «viva la libertad carajo».

¿Qué está ocurriendo en la política de nuestra región en estos tiempos tumultuosos? Parece que la gente, hastiada de lo mismo, busca a última hora al candidato que se distancie del arquetipo político tradicional. En una sociedad en la que la información fluye en todo momento, la población busca la manera de como entretenerse y luego pierde perspectiva para desechar políticos.

Sin embargo, aunque el disfraz de ser un candidato disruptivo puede dar resultados en la lucha por el voto, el arte de gobernar requiere una preparación y compromiso que van más allá de la actuación mediática. En un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso, el atractivo de lo novedoso es comprensible, pero tener un buen gobierno es algo muy distinto.

En definitiva, el clamor por los «no políticos» revela una necesidad profunda de cambio y un deseo de ver a líderes que genuinamente conecten con las aspiraciones de la gente. No obstante, es crucial que esta inclinación hacia lo inusual no desvíe la atención de lo que realmente importa: la capacidad de gobernar con integridad, sabiduría y empatía. Porque, al final del día, el encanto de la novedad puede desaparecer, pero las demandas de una sociedad en busca de eficacia de gobierno seguirá en demanda.

Domingo, 27 de agosto del 2023

¿Coherencia Política o cambio de camiseta?

En medio del bullicio informativo que inunda los programas de televisión y radio, donde la violencia y el caos parecen ser los protagonistas, los políticos peruanos han encontrado su propia forma de captar nuestra atención: nos abruman con sus metidas de pata.

El reciente capítulo de esta trama política nos trae a Julio de la Rosa, quien después de haber competido en elecciones contra el actual alcalde provincial de Huancayo, Dennys Cuba Rivera, ha decidido aceptar ser jefe del Servicio de Administración Tributaria (SATH), una entidad que recauda impuestos municipales. ¿Coherencia política? Bueno, eso parece ser un lujo que nuestros políticos de vez en cuando deciden ignorar.

Vivimos tiempos en la que la gente prefiere enfocarse en sus propias vidas y actividades cotidianas, relegando la política al rincón de sus preocupaciones. En este contexto, no es sorprendente que los cambios de camiseta política no llaman la atención ciudadana como si lo pudo ser hace décadas atrás. ¿Por qué mantener una postura firme cuando puedes deslizarte de un lado a otro como un político en una pista de baile?

¿Qué ocurre con aquellos políticos que deciden cambiarse de camiseta como quien cambia de opinión sobre el clima? Dos posibles efectos. En uno, sus seguidores se sienten traicionados, como si hubieran invertido sus emociones en una montaña rusa que cambió de dirección. En el otro, aquellos que podrían haber considerado votar por ellos confirman sus sospechas: ¿cómo confiar en alguien que parece cambiar sus principios en cada elección?

Tal vez exista acuerdos políticos entre alcalde y ex candidato que el público no conoce. Pero incluso si hubiera lógica detrás de estos movimientos, la percepción ciudadana tendrá su propia lectura y conclusión. Y aunque los políticos pueden pensar que están tomando decisiones estratégicas, a menudo se dan cuenta de las consecuencias demasiado tarde.

La falta de coherencia política no solo nos deja desconcertados, sino que también erosiona la confianza ciudadana. La política, en lugar de ser una fuerza impulsora para el cambio positivo, se convierte en una fuente de entretenimiento tragicómico. En un momento en que la ciudadanía está buscando líderes que sean consistentes y confiables, parece que estamos atrapados en un ciclo de giros y vueltas.

Domingo, 20 de agosto del 2023