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El tic tac de la política peruana

El ritmo del tic tac político y judicial ha marcado alarma una vez más en los hogares de los peruanos. El momento fue preciso, se esperó pasara el jueves y viernes de Semana Santa para producirse el allanamiento a la casa de la presidenta Dina Boluarte. La noticia no fue que se detenía a la mandataria para desfilar esposada o que se le intervenía en la flagrancia de un delito. Nada de eso. El show mediático y judicial era que un equipo de policías y fiscales utilizaban una “comba” para derribar la puerta del domicilio de Dina Boluarte para buscar relojes. ¡El tic tac de la política peruana!

Al margen de los hechos que se le imputan a la mandataria se plantean interrogantes. ¿Es el allanamiento policial, al domicilio de un político, el medio adecuado para enfrentar a la corrupción? La respuesta parece esfumarse entre la percepción ciudadana y narrativa mediática. La población, tiene sus propias preocupaciones y observará con escepticismo y desconcierto los problemas judiciales de los políticos. A la gente no le falta razón para cuestionar el trabajo del sistema de justicia que tiene problemas para capturar delincuentes que roban celulares o extorsionan, pero tienen tiempo para buscar relojes.

La figura presidencial es un símbolo de la precariedad política. El gobierno nacional no tiene una sólida bancada parlamentaria que la defienda ante certeros ataques políticos. Sin embargo, tiene el apoyo de bancadas que más les preocupa intereses particulares que la sobrevivencia política de Dina Boluarte. Su respaldo parlamentario, aunque momentáneo, refleja las alianzas efímeras y estratégicas que caracterizan la actual política peruana. ¡Pragmatismo político! 

Mientras el reloj avanza y ¡el tic tac de la política peruana! persiste, es fundamental que los actores políticos, judiciales y mediáticos reflexionen sobre el impacto de sus acciones en la confianza ciudadana para la estabilidad democrática antes que el país vuele por los aires en un estallido social.

La inseguridad ciudadana, falta de oportunidades laborales y precariedad en los servicios públicos, relegan la disputa política y mediática a un segundo plano. Al momento de cerrar esta reflexión, la mandataria peruana había logrado el respaldo de diversas bancadas parlamentarias, lo que descarta la posibilidad de una vacancia presidencial. ¡Ni modo, la embestida política y judicial deberá esperar otra oportunidad!

Domingo, 31 de marzo del 2024

Los «memes» y la política peruana

En medio del bullicio mediático que caracteriza la escena política peruana, es sorprendente de como temas aparentemente triviales pueden eclipsar problemas de fondo que afectan a la sociedad en su conjunto. El reciente caso de los lujosos relojes de Dina Boluarte es un ejemplo de cómo la atención pública puede desviarse hacia asuntos superficiales, relegando a un segundo plano temas como la inseguridad ciudadana, educación, agricultura o economía. ¡Los «memes» y la política peruana!

¿Qué ha llevado a esta situación? ¿Acaso la sociedad peruana se ha vuelto consumista al cien por ciento del espectáculo mediático, dejando de lado la política como centro de atención? Es un hecho que el espectáculo y el entretenimiento han ganado terreno frente a la política en los últimos años. Antes de la era de la televisión, la radio y los teléfonos móviles, la gente encontraba espectáculo en eventos locales como circos, comparsas folclóricas y presentaciones artísticas en el centro de la ciudad.

Sin embargo, en la era de las redes sociales, los «los memes y la política peruana» han adquirido una relevancia sin precedentes en la esfera pública. Un simple meme puede tener más impacto informativo que los titulares mediáticos de antaño porque desafía la capacidad de los políticos para trascender en la opinión pública. Es decir, un político debería estar alerta a que sus declaraciones o acciones no se conviertan en memes que alteran la percepción de su trabajo.  

El reciente caso de la renuncia del primer ministro, Alberto Otárola, y el revuelo mediático generado por los lujosos relojes de la presidenta Dina Boluarte, produjeron una gran cantidad de memes que seguramente produjeron influencia en la percepción de políticos y la población. Y, cada vez que surgía un nuevo meme relacionado con los relojes, la presión sobre ella y sobre otros políticos aumentaba, obligándolos a pronunciarse y generar debate público. Un tema que parecía banal terminó con implicaciones políticas y judiciales.

Los memes son herramientas de entretenimiento, pero también pueden ser poderosos detonantes en la política porque su capacidad para capturar la atención y para generar debate y presión sobre los políticos los convierte en elementos clave en la opinión pública.

Domingo, 24 de marzo del 2024

El reloj mediático de Palacio

La opulencia en la política es un tema que ha cobrado relevancia en estos tiempos, y el reciente debate sobre «el reloj mediático de Palacio» de la presidenta Dina Boluarte no es una excepción. La exhibición de artículos de lujo por parte de políticos en un país como el nuestro, donde la pobreza aún afecta a millones de personas, genera controversia y atención mediática.

El reloj de 14,000 dólares usado por la presidenta ha sido objeto de críticas y cuestionamientos, especialmente cuando se compara el costo del reloj con el salario mínimo mensual de un peruano que gana S/1,025 mensuales, y que necesitaría ahorrar 56 meses (más de 4 años y medio) para poder comprarse el reloj como el que utiliza Dina Boluarte. La brecha entre la riqueza y la pobreza es evidente.

En su defensa, la presidenta Boluarte ha señalado que su patrimonio proviene de años de trabajo y esfuerzo, y ha enfatizado su integridad al afirmar que no está involucrada en actos de corrupción. Sin embargo, la transparencia son valores fundamentales para los políticos. Y, si no se fue transparente en su momento, la percepción pública tendrá su propia interpretación.

En la política actual, los escándalos mediáticos pueden tener un impacto más determinante en la imagen y la posición de los líderes. Si bien es cierto que temas como la corrupción no siempre derrocan a políticos, las controversias que resuenan en la opinión pública pueden erosionar el respaldo y la legitimidad de quienes ocupan cargos de poder. Por escándalos no políticos, a veces se pierde mucho como el caso del expremier Alberto Otárola Alberto Otárola que recientemente dejó el cargo por temas sentimentales y de favores de empleo.

El caso de los relojes de lujo de Dina Boluarte podría convertirse en un punto de inflexión si se formalizan denuncias o investigaciones desde la Fiscalía de la Nación o el parlamento. Y, mientras el sistema de medios entretiene a la población hasta que aparezca un nuevo escándalo mediático la mandataria debería evaluar «el reloj mediático de Palacio» que utiliza cada vez aparece en público.

Domingo, 17 de marzo del 2024

La bicameralidad en Perú: Entre el pasado y modernidad

En medio de la vorágine de avances tecnológicos que avanza en dirección a la cuarta revolución industrial, resulta sorprendente ver cómo la política peruana mira el pasado. Mientras la inteligencia artificial y el internet de las cosas transforman la sociedad, los políticos peruanos han aprobado el retorno a «la bicameralidad en Perú», estableciendo un parlamento con dos cámaras: una de diputados y otra de senadores.

Es innegable que la tecnología avanza a un ritmo acelerado que produce innovaciones en diferentes sectores, desde la medicina hasta los automóviles eléctricos. Sin embargo, esta revolución parece chocar con la política, que busca volver a un esquema del pasado. La pregunta que surge es si, en un mundo en constante evolución, la política debería mantenerse estática o peor aún anhelar el pasado.

La decisión de retornar a la bicameralidad tiene sus raíces en un pragmatismo político que se remonta a 1992, cuando el patriarca de los Fujimori cerró el parlamento de dos cámaras. Desde entonces, Perú ha funcionado con un único órgano legislativo, los congresistas. La vuelta al pasado es realmente la solución a los desafíos actuales o si responde más a una nostalgia por un modelo que mejorará la empleabilidad de los actuales congresistas.

En muchos países del mundo, las democracias exitosas operan con dos cámaras, que permiten un control y contrapeso político necesario en cualquier sistema democrático. Sin embargo, es imperativo aprender de la historia y comprender que el retorno a la bicameralidad no garantiza automáticamente una mejor gobernanza.

No todo tiempo pasado fue mejor, y la realidad es que la bicameralidad en Perú no fue la panacea que solucionó todos los problemas de manera eficaz como el terrorismo o la crisis económica de la década de los ochenta.

No hay marcha atrás; la bicameralidad en Perú ha sido aprobada. Es fundamental que, en este retorno, se aspire a modernizar la forma de hacer política y que los futuros representantes de ambas cámaras sean conscientes de la urgencia de mantenerse al ritmo del desarrollo científico y del conocimiento, que avanza a pasos agigantados. Y, los electores mantener la sensatez para mejorar su elección política.

Domingo, 10 de marzo del 2024