Según los últimos reportes macroeconómicos a nivel del PBI nacional, se sostiene que el Perú terminará el año a una tasa de crecimiento anual del 3 o 4% en promedio, desaceleración económica que directamente perjudicaría a los que menos tienen, generando informalidad en la economía local, pues cuando escasea el empleo, de alguna manera algo se tiene que llevar a casa.
Si durante los últimos 14 años tuvimos una de las tasas de crecimiento económico más altas en el continente (8% anual en promedio) es menester que en el caso regional, nuestro próximo presidente regional debe tener claro sus objetivos de gobierno para contribuir desde Junín al crecimiento y desarrollo del país.
Plantearse como objetivo de gobierno la generación de empleo, reducir brechas de desnutrición y pobreza en nuestra región, al margen que pueda interpretarse como responsabilidad mayor del gobierno central, debe ser una prioridad concretada como política pública.
Uno de los retos podría estar también en cómo mejorar nuestra competitividad y eso pasa por generar recursos adicionales para nuestra región, recursos que no necesariamente provengan del Canon o de transferencias del gobierno central.
Fomentar la inversión privada a modo de Asociación Público Privada con reglas claras debería merecer bastante atención. Construir hospitales en cada provincia, dotar de más carreteras, implican un nivel de inversión y dudo mucho que recursos desde el Estado con tales proyecciones macroeconómicas puedan alcanzar.
Creer en la inversión privada como palanca de desarrollo no significa entregar soberanía alguna.
Sábado, 08 de noviembre de 2014