Aun no ganan nada y todavía faltan muchos meses para que las elecciones presidenciales del 2016 llegue a su fin. No obstante, si se creía que después de más de una década los fujimoristas se habrían lamido las heridas tal cual felinos de la política peruana en la década de los 90 (responsabilidad política por la dictadura Fujimori – montesinos), nos equivocamos. Por lo menos, es lo que se percibe luego de las últimas pugnas por el control político del fujimorismo en la región Junín.
Si se atrevieron a lanzar sillas y huevos ante quien debería representar autoridad como dirigente nacional (Congresista Joaquín Ramírez, Secretario General), seguramente es porque el botín es bastante apetecible y no importa a quien se deje de lado (César Combina), total hay un respaldo del 30% del electorado. Pero los fujimoristas olvidan que no necesariamente los que lideran las preferencias electorales obtienen el triunfo, a veces ocurre todo lo contrario (Lourdes 2006 y Toledo 2011).
Las imágenes propaladas a nivel nacional son más que elocuentes y traen al recuerdo la manera de cómo se utilizó el Estado, de cómo se impuso intereses políticos por la fuerza de la prepotencia y fajos de dinero. ¿Quién o quiénes serán ahora los titiriteros?
Pareciera que el neo fujimorismo plantea una nueva versión de los reality (Laura Bozo), pues claro, si ellos se encargaron de preparar conciencias para que hoy se valide con audiencia que para hacer política y ganar dinero se reduce simplemente a “Combate” y “Esto es guerra”.
Domingo, 16 de agosto de 2015
Diario Correo