Tal como sucede con las campañas electorales, las motivaciones de la población para elegir o no a un candidato varían entre percepciones intangibles y tangibles. Una vez que se logró la victoria política, después de un proceso electoral, la ciudadanía comenzará a reclamar lo prometido y se impacientará al no obtener resultados concretos. Y, como el contexto ordena la política y a la comunicación se da paso al inicio del fin de la carrera política de los gobernantes.
El gobierno del presidente Pedro Castillo volvió a incrementar su nivel en desaprobación que llegó a ubicarse en 74% a nivel nacional según la última publicación de la encuestadora IPSOS. ¿Qué acciones políticas se produjeron para que una vez más se incremente el rechazo al gobierno? Sin duda, en la dimensión tangible se encuentra la inflación económica que no se logró contener. Y, a nivel del plano intangible se encuentra las innumerables acusaciones de corrupción que salpica a la propia familia presidencial.
En abril, se llegó el pico máximo en desaprobación presidencial que alcanzó el 76%. Es decir, el gobierno central comenzó a desarrollar como táctica política y de comunicación a descentralizar las sesiones de la Presidencia del Consejo de Ministros. ¿La táctica política tuvo algún efecto? Creo que sí. Es muy probable que esas acciones de intento de comunicación directa para tener cercanía contuvieron de alguna manera la tendencia negativa.
Sin embargo, cuando la política o gestión política (gestión pública) no logra tener coherencia entre el ser, hacer y decir es cuando comienza el inicio del fin de la carrera política de cualquier gobernante. ¿Lo dudan? A caso Palacio de Gobierno no se volvió en antesala del paso por el Poder Judicial y luego la cárcel. Y ni que decir de numerosos exgobernadores regionales y exalcaldes que se encuentran en prisión o tienen actualmente procesos judiciales por corrupción de funcionarios.
Domingo, 17 de julio del 2022
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