La arrogancia parlamentaria

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La arrogancia política parece ser una constante que trasciende fronteras. Recientemente, en Argentina, el político irreverente Javier Milei emergió como el próximo presidente. Milei llevó consigo un mensaje desafiante en contra de la “casta política” tradicional a quienes acusaba de aprovecharse del cargo para el enriquecimiento personal a expensas del erario nacional.

Sin embargo, el fenómeno no es exclusivo de Argentina. En Perú, los representantes parlamentarios, en una demostración flagrante de desconexión con la realidad, se han otorgado a sí mismos un bono de casi 10 mil soles, una suma considerable en comparación con el salario mínimo de 1025 soles que gana un empleado. Esta acción deja al descubierto una arrogancia que se percibe como una afrenta directa a la sensibilidad ciudadana.

Si la política es el arte de lo posible, en esta ocasión, pareciera ser el arte de la insensibilidad. Los gestos simbólicos son esenciales para la política. ¿Acaso no comprenden el sentir de un ciudadano que gana el sueldo mínimo? El descontento popular, que se manifiesta con un 90% de rechazo hacia el parlamento, debería servir como un llamado de atención. La simbiosis política o cogobierno entre el parlamento y el gobierno, aprovechada para satisfacer los caprichos económicos de unos pocos, solo profundiza la brecha entre los representantes y los representados.

Cuando los gobernantes dan la espalda a las necesidades de la población, corren el riesgo de enfrentar consecuencias políticas desastrosas. La historia es testigo de eventos similares. Recordemos la Francia del siglo XVIII, cuando el rey Luis XVI y su esposa María Antonieta celebraban suntuosos banquetes mientras el pueblo padecía hambre. La brecha entre los lujos de la élite y las penurias del pueblo finalmente desencadenó la Revolución Francesa en 1789. ¿Es acaso una lección olvidada?

La arrogancia política, ya sea en Argentina o en Perú, no puede ser ignorada. La política no debe ser un vehículo para el enriquecimiento personal y la arrogancia parlamentaria solo acelera la erosión de la confianza ciudadana y alimenta el descontento.

Domingo, 26 de noviembre del 2023

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