En tiempos pasados, algunos líderes de opinión y periodistas locales se jactaban de tener el poder de influir en la ascensión o caída de gobernantes a través de la manipulación mediática. No obstante, hoy en día, es crucial cuestionar si esta afirmación alguna vez fue más que una exageración. La realidad es que el círculo mediático, a pesar de su influencia, nunca tuvo el poder real de destituir a un político de su cargo. Este orgullo mediático fue, en su mayoría, un fanfarroneo que algunos políticos ingenuos tomaron demasiado en serio. ¿Fin de la hegemonía mediática?
Después de la pandemia, los seres humanos han experimentado una transformación significativa en su forma de informarse y comunicarse. Internet, y en particular las redes sociales, han alterado radicalmente la dinámica de la información. La población ahora se sumerge diariamente en un torrente de datos que cambia constantemente la percepción del trabajo de los políticos. Sin embargo, aunque las redes sociales modifican la percepción, no alteran ni cambian la realidad de los hechos.
Vivimos en tiempos donde la diversidad informativa es accesible en cualquier momento y lugar elegido por la gente. Ya no dependemos exclusivamente de las noticias radiales o televisivas para obtener información actualizada. La gente prefiere entretenerse a través de las redes sociales y consume noticias sobre los políticos de manera selectiva. Si algo llama su atención, lo absorben; de lo contrario, lo descartan de inmediato.
Esto no implica que los medios de comunicación tradicionales hayan desaparecido; al contrario, aún tienen una influencia considerable en la opinión pública. Sin embargo, los políticos cometen un error al pensar que a través de las redes sociales pueden sustituir a los medios y comunicarse efectivamente con el 100% de la población. La realidad es que existe una mayor diversidad de información, y la noción de que los medios perjudican la imagen de los políticos al publicar solo noticias negativas sigue siendo tan relevante como la calidad de la gestión de los gobernantes. La pésima gestión de un líder político no se ve afectada únicamente por la cobertura mediática, sino que tiene un impacto directo en la percepción pública. ¿Será el fin de la hegemonía mediática o nunca existió?
Domingo, 04 de febrero del 2024
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