En la política peruana, muchos líderes creen que la simple suma de fuerzas garantiza el triunfo electoral. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario. En tiempos donde el electorado se muestra cada vez más independiente de ideologías y doctrinas, los acuerdos políticos pueden terminar siendo más un lastre que una ventaja. ¡Espejismo de los acuerdos políticos!
La victoria de Pedro Castillo sobre Keiko Fujimori en 2021 es un claro ejemplo de este fenómeno. No se trató de una estrategia electoral magistral, sino de un voto de rechazo. Más que elegir un proyecto de país, una parte importante de la ciudadanía votó en contra del status quo. La tendencia actual indica que los electores ya no se sienten obligados a seguir una línea doctrinaria; su voto se ha convertido en un instrumento de castigo más que de convicción.
Los resultados de la primera vuelta de 2021 reflejan esta fragmentación: Castillo obtuvo un escaso 19% de los votos, seguido de Fujimori con 13%, mientras que Rafael López Aliaga y Hernando de Soto obtuvieron un 11% respectivamente. La teoría tradicional sugiere que, en una segunda vuelta, el candidato opositor podría captar los votos de los perdedores, pero en la práctica, esto no ocurre. Al contrario, los acuerdos políticos pueden generar rechazo, alejando a electores desencantados que prefieren abstenerse o votar en blanco antes que apoyar a figuras con las que no se identifican.
Keiko Fujimori es el ejemplo más claro de esta paradoja. A pesar de recibir el respaldo de figuras influyentes como Mario Vargas Llosa, su tercera derrota consecutiva demuestra que la construcción de alianzas con sectores políticos tradicionales no necesariamente garantiza el éxito. En una sociedad que percibe a la «casta política» como un problema, cualquier pacto puede interpretarse como una traición a la voluntad de cambio que claman las masas. El otro ejemplo es la alianza del APRA con el PPC.
En este escenario, los políticos deben comprender que los viejos cálculos aritméticos han quedado obsoletos. Hoy, la política no se trata solo de sumar votos, sino de conectar con un electorado cada vez más desafecto y escéptico. La confianza no se construye con acuerdos de las cupulas, sino con cercanía, coherencia y una renovación real de las formas de hacer política.
Domingo, 9 de marzo del 2025
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