Es la economía, no es Dina Boluarte

0
15

La presidenta Dina Boluarte se encuentra en una posición política que desentona con el respaldo popular. Con una desaprobación que supera el 90%, lidera el ranking de mandatarios menos queridos de Latinoamérica. Sin embargo, su permanencia en el poder no solo sorprende, sino que también invita a reflexionar sobre los factores que la sostienen como gobernante. ¡Es la economía, no es Dina Boluarte!

El apoyo congresal es el primer pilar de esta estabilidad. La historia reciente del Perú nos ha enseñado que un presidente sin respaldo parlamentario está condenado a la incertidumbre, como lo demuestran los casos de Pedro Pablo Kuczynski, Martín Vizcarra y Pedro Castillo. La capacidad de Boluarte para mantener una alianza estratégica con sectores del Congreso ha sido clave para evitar los intentos de vacancia que parecen una constante en la política peruana.

Pero el verdadero sustento de su gobierno radica en la economía. A pesar del ruido político, el Perú presenta cifras que destacan en una región golpeada por la inflación y la inestabilidad. Un crecimiento proyectado del 3.2% del PBI para 2024 es un dato que, aunque no espectacular, ofrece una perspectiva de estabilidad relativa frente a vecinos como Argentina, que enfrenta altas tasas de inflación. Este contraste económico permite que las preocupaciones cotidianas de los peruanos alimentación, vivienda, salud y educación no se vean amenazadas.

El fenómeno no es nuevo. La memoria colectiva recuerda la crisis de los años ochenta, cuando la inflación incontrolable quebró la economía popular. Hoy, los mercados llenos y el tráfico congestionado de las ciudades sugieren una realidad distinta: no es el paraíso económico, pero tampoco el caos. Mientras los peruanos puedan consumir, las tensiones políticas no se traducirán en protestas en las calles. La economía actúa como un amortiguador que sostiene la estabilidad política.

El dilema radica en la desconexión entre la política y la ciudadanía. Los peruanos no se interesan en las pugnas parlamentarias ni en las maniobras de poder; su preocupación es más pragmática. Para ellos, el termómetro de la estabilidad es su capacidad de llevar comida a la mesa y planificar un futuro. Los políticos, en cambio, tienen su propia lectura al encerrarse o en sus propias mentiras que los alejan de la realidad popular.

El gobierno de Dina Boluarte es un recordatorio de que, en el Perú, la economía puede ser un factor más decisivo que la aprobación ciudadana. Mientras la economía siga brindando un margen de tranquilidad, las demandas de cambio político quedarán en un segundo plano. Pero, ¿qué pasará si las cifras comienzan a tambalear? La estabilidad que hoy parece garantizada podría desvanecerse, recordándonos que, en política, como en economía, nada está escrito en piedra. ¡Es la economía, no es Dina Boluarte!

Domingo, 29 de diciembre del 2024

Gracias por compartir

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí