Es verdad que el resultado del proceso de elecciones regionales y municipales no será del agrado de todos. Definitivamente, habrá quienes ganan y pierden la elección popular. Sin embargo, la vida tiene que continuar y el río seguir su cause.
Casi en la totalidad de los procesos electorales se deja muchas heridas abiertas entre los candidatos y, sobre todo, en los equipos de campaña. Porque si los golpes fueron certeros y profunda la herida, las personas afectadas difícilmente superarán lo acontecido e incluso tardarán en lamerse las heridas para afrontar una próxima campaña electoral.
Después de una batalla electoral, habrá quienes festejarán por el triunfo y otros buscarán refugio en los brazos de la perseverancia como excusa emocional hasta el próximo proceso. ¡Algo muy importante! En la ley divina, el hombre propone y Dios dispone.
No faltarán los que no lograron el triunfo y decidirán alejarse de la política para retornar a sus lugares de origen o a su estado de confort. Decidir ingresar al terreno pantanoso de la política es comprender que hacer política es muy difícil. También es posible que la experiencia sea desagradable y muy intensa por el fuego cruzado de los ataques políticos que vienen y van en distinta dirección.
¡Recuerden! Especialmente para los que consiguen el triunfo, al día siguiente de la elección comienza sus problemas. Es decir, si el candidato ganador tiene defectos psicológicos de hiper-personalización sus problemas se incrementarán porque la gente los culpará por todo y por todos. Es más, no cumplir con lo prometido es camino directo al despeñadero político. Una de las primeras medidas después del triunfo electoral es priorizar el orden de las promesas de campaña para cumplirlas. En estos tiempos, el romance electoral dura muy poco. La gente se volvió más impaciente y exige resultados concretos en el corto plazo. ¿Lo dudan? Miremos la desaprobación presidencial de Pedro Castillo.
Domingo, 02 de octubre del 2022
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