Dina Boluarte y las encuestas

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Dina Boluarte y Encuestas

Cuando un político obtiene malos resultados en las encuestas, su primera reacción suele ser descalificarlas. Cuestionan su metodología sin tener un conocimiento real de cómo funcionan o de cuánta utilidad podrían tener para sus estrategias políticas y de comunicación. Este rechazo refleja no solo desconocimiento, sino también una resistencia a aceptar la realidad que estas cifras revelan. Las encuestas no predicen el futuro, pero sí ofrecen una fotografía del presente. ¡Dina Boluarte y las encuestas!

Recientemente, la presidenta Dina Boluarte cuestionó públicamente los resultados de las encuestas. Con un tono irónico declaró: «Y a los que me califican que dizque que tengo 3 % de aprobación, yo les digo a ellos: de una vez pónganme cero cero, así estamos empatados y nos vamos a penales. Estas declaraciones no solo denotan frustración, sino también una preocupante falta de comprensión de lo que implica hacer política en tiempos modernos, donde la inteligencia artificial y el análisis de datos son herramientas indispensables.

No imagino a una grande empresa, tomar decisiones de inversión sin un estudio de mercado previo. Tampoco es concebible realizar una investigación académica cuantitativa sin recurrir a encuestas. Estas herramientas forman parte de la estadística y permiten analizar percepciones y actitudes de una muestra representativa, del mismo modo que para analizar la calidad del agua de una piscina no es necesario examinar toda el agua, sino solo una muestra.

Sin embargo, el problema no está solo en el rechazo de los políticos hacia las encuestas, sino también en su incapacidad para comprender su utilidad. Expresiones como “a mí no me encuestaron, por eso no sirven” o durante un mitin de campaña “estas son las verdaderas encuestas del pueblo” muestran una falta de educación estadística y una desconexión con la realidad. Este desconocimiento también debilita la credibilidad de las encuestas, que enfrentan el reto de adaptarse a un consumidor digital y a una opinión ciudadana cada vez más efímera, al estilo de las historias de redes sociales que duran apenas 24 horas.

El verdadero dilema de las encuestas no radica en su metodología ni en su capacidad para captar tendencias, sino en la falta de comprensión de su valor por parte de quienes deberían usarlas para mejorar su gestión. Los políticos necesitan aprender a interpretar los resultados no como una sentencia, sino como una guía para conectar con una ciudadanía cambiante. Solo así podrán transformar datos en decisiones inteligentes y recuperar la confianza en un instrumento que, lejos de ser enemigo, es un aliado en la construcción de políticas públicas efectivas. Dina Boluarte y las encuestas

Domingo, 22 de diciembre del 2024

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