Si el presidente Pedro Castillo creía que los dirigentes que convocaron a miles de manifestantes para movilizarse en los seis días de paralización, en Huancayo y otras provincias de la región Junín, obtuvieron algún pago a cambio de su activismo social, realmente debe estar muy alejado de la realidad para comprender lo que viven millones de peruanos con el incremento del costo de vida.
Con las movilizaciones producidas, en la provincia de Huancayo, como epicentro de crisis política se demuestra una vez más que al gobierno central no le interesa afrontar en resolver oportunamente los problemas que aquejan a la población. Todo lo contrario, es un gobierno cuya característica principal es de crisis propensa.
Y, claro, con los altos niveles en desaprobación que tiene el gobierno, cualquier tema que aparezca será motivo para ingresar a una nueva situación de crisis.
Quizás para dirigentes del partido de gobierno de Perú Libre, los escándalos de corrupción que se produjeron en gestiones que ellos ganaron en los sonados casos de los “Dinámicos” y “Tiranos” pasarían inadvertidos por la población. Nada de eso sucedió.
Es decir, son temas que aún están presentes en la colectividad y seguramente entrarán a recuerdo en el siguiente proceso electoral. Por ahora, la causa principal o detonante de las movilizaciones sociales es el incremento del precio de combustibles para los transportistas y fertilizantes para los agricultores.
Mientras el gobierno central actúa como si no existiera o minimiza la crisis, los huancaínos demostraron que tienen coraje para salir a las calles cuantas veces sea necesario y pedir ser escuchados. La combustión social es latente, no solamente en Huancayo, sino que puede ser a nivel nacional. Los peruanos atraviesan por un “hartazgo social” que deja el terreno fértil para un estallido mayor si es que no se atiende oportunamente los reclamos de la gente.
Domingo, 03 de abril del 2022
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