En nuestra sociedad actual, para ganar una elección no es requisito tener preparación académica o conocer ampliamente los desafíos y vericuetos de una gestión pública. Los planes de gobierno sirven para gobernar, no para ganar una campaña electoral.
No tener conocimientos sobre cómo dirigir algún nivel de gobierno no podrá ser exigible para un político durante una campaña electoral, sin embargo, ya en el espacio gubernamental es indispensable que las decisiones de gestión puedan ser analizadas de manera racional y por profesionales especialistas en el área.
En muchos casos, los políticos que llegan a gobernar aprenden de administración pública ya cuando están sobre el caballo, y es allí donde deberían de rodearse de profesionales idóneos con mucha más preparación que ellos mismos.
El presidente, gobernadores y alcaldes, en la práctica, toman conciencia sobre sus actos de gestión pública y sólo en algunos casos logran rodearse de un entorno competente cuando su nivel de credibilidad y popularidad ya está por los suelos.
En esa circunstancia o escenario político suelen guiarse por la intuición política, tal como en la vieja forma de hacer política donde la iluminación clarividente de los patriarcas del partido era cosa resuelta y se aceptaba las decisiones sin dudas ni murmuraciones. Los tiempos cambiaron. La ciencia domina el desarrollo de las sociedades y en consecuencia también altera el desenvolvimiento político.
Si el presidente Pedro Castillo insiste en gobernar guiado por su intuición política y su poca preparación no logrará revertir su nivel de desaprobación que va en aumento. Sus adversarios comienzan a preparar el terreno para resaltar todas sus metidas de pata como el anuncio del incremento del sueldo mínimo vital que desafortunadamente tuvo que ser rectificado.
Domingo, 14 de noviembre del 2021
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