En el complejo escenario político peruano, donde cada elección redefine el mapa político de influencias y confianzas, el poder político se presenta como una herramienta que puede construir o destruir carreras y reputaciones entre los gobernantes. ¡La naturaleza del poder político!
Cuando un ciudadano asume un cargo público mediante el voto popular, recibe no solo una posición de autoridad, sino también una cuota de confianza. Esta confianza, sin embargo, es tan volátil como el mismo acto de elegir. Gobernar eficazmente y comunicar los logros de manera clara son claves para mantener y fortalecer ese lazo con el electorado. Pero la realidad muestra que muchos políticos, una vez en el poder, sucumben a los peligros de la vanidad y el resentimiento, perdiendo de vista la esencia efímera de su mandato.
El poder político, en esencia, es una capacidad relacional: la influencia que un actor ejerce sobre las decisiones de otros. Sin embargo, para muchos, esta definición se convierte en un espejismo. La falta de comprensión sobre la naturaleza temporal del poder lleva a decisiones erróneas, alianzas efímeras y una desconexión progresiva con las necesidades ciudadanas. Tal como lo plantea Calderón de la Barca, “La vida es sueño”, el poder también es un sueño que se desvanece con el despertar.
El período preelectoral de 2025 será un momento crucial para que los ciudadanos que aspiran a cargos públicos reflexionen sobre lo que significa ejercer el poder. Esta reflexión debe ir más allá del simple deseo de ocupar un cargo público; implica comprender que el poder es un medio para servir y no un fin en sí mismo. La historia política del Perú está repleta de ejemplos de líderes que olvidaron esta lección, cayendo en el olvido una vez que dejaron el cargo.
En un país donde la desconfianza hacia las instituciones sigue siendo un desafío (Latinobarometro 2024), los políticos deben ser conscientes de que el ejercicio del poder conlleva una responsabilidad inmensa. Es una oportunidad para construir un legado basado en la eficacia, la integridad y la cercanía a los ciudadanos. Solo así podrá evitarse que el poder sea solo un sueño fugaz, un espejismo que se desvanece con el paso del tiempo.
En 2026, nuevos actores surgirán para ocupar posiciones de liderazgo. Que el sueño del poder no los ciegue, sino que los inspire a despertar y enfrentar con claridad y responsabilidad las demandas de una sociedad que merece ser escuchada y respetada. ¡La naturaleza del poder político!
Domingo, 5 de enero del 2024
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