La victoria y espectáculo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos marca una nueva etapa en la política moderna, una que demuestra cómo el espectáculo y la habilidad de capturar la atención prevalecen sobre lo tradicional. Su triunfo no solo representa un giro en el poder, sino también una redefinición de la comunicación política en una era en la que los medios y las redes sociales licuan percepciones en cuestión de segundos.
Trump ha sabido aprovechar esta realidad, haciendo que la política parezca más un show televisivo que un debate de ideas. Con su estilo único y provocador, logró conectar con una base de seguidores cansados de los discursos aburridos. En lugar de explicar sus planes de gobierno, optó por anécdotas y actuaciones: se puso a vender hamburguesas en McDonald’s o subiéndose a un camión de basura para llegar a un evento público en clara respuesta a la insensatez de los demócratas.
La estrategia de Kamala Harris y el Partido Demócrata, no logró el mismo impacto. Aunque puede haber ganado los debates, su mensaje se perdió en un público cautivado por el espectáculo que Trump ofrecía. En un mundo donde la radio dio paso a la televisión y ahora a las redes sociales, la política ya no depende solo de los hechos o la razón, sino del impacto inmediato en las emociones.
Trump comprendió que la atención es el recurso más valioso de estos tiempos. Y mientras la mayoría de medios de comunicación y figuras del espectáculo intentaron convencer al electorado de votar por Harris, este respaldo se diluyó ante la presencia de entretenimiento que Trump ofrecía. Los ciudadanos norteamericanos no hicieron caso al llamado de la tribu mediática como ya sucedió en otros países. Las redes sociales han cambiado las reglas del juego; hoy, la opinión pública se moldea y transforma rápidamente.
El triunfo y espectáculo de Donald Trump, no solo es una victoria electoral. Es una nueva forma de comunicación que prioriza el impacto visual y emocional, sobre la lógica y la razón. Trump nos recuerda que el poder de la imagen y del entretenimiento es innegable y que la política de la mano de redes sociales, como espectáculo, ha llegado para quedarse.
Domingo, 10 de noviembre del 2024
Un paso atrás de Antauro Humala
Gracias por compartir
Tu análisis sobre el triunfo de Trump como fenómeno de espectáculo y entretenimiento es muy interesante y refleja bien cómo él ha sabido capitalizar el poder de la atención en una era dominada por redes sociales. Coincido en que su estilo desafía la política tradicional y conecta con votantes cansados de los discursos habituales.
Sin embargo, considero importante matizar que, aunque Trump sobresale en el uso del “show,” su éxito también se debe a estructuras políticas y mediáticas que amplifican su mensaje. Además, muchos de sus votantes apoyan sus políticas por razones ideológicas y no solo por el espectáculo. Creo que las redes sociales, aunque fomenten conexiones rápidas, también pueden polarizar y simplificar el debate, con posibles riesgos para la calidad democrática.
La reflexión que ud da sobre el cambio en la comunicación política es muy valiosa; quizá valdría la pena explorar más cómo este estilo afecta el debate ciudadano a largo plazo.
Felicitaciones Robert.
Un artículo que no solo recrea la realidad última vivida en la campaña electoral de los Estados Unidos, sino que además, previene a la clase política de una nueva dinámica comunicacional que se instala para cautivar las preferencias electorales.
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