El reciente concepto de “terrorismo de imagen” utilizado por la presidenta Dina Boluarte refleja no solo una preocupación por su baja aprobación, sino también una lectura parcial de la realidad política en la que se encuentra.
No cabe duda de que la prensa, con sus simpatías o intereses, puede influir en la percepción de la opinión pública de un gobierno. Sin embargo, reducir la crisis de imagen a un ataque mediático «terrorismo de imagen» es ignorar factores más profundos que determinan el rechazo hacia su gestión.
La imagen de un gobernante, como cualquier otra figura pública, no es solo el resultado de lo que se muestra ante cámaras. No se trata de un conjunto de filtros o maquillajes que se aplican para ocultar defectos o magnificar virtudes.
La imagen de un político se construye sobre pilares intangibles como la credibilidad, transparencia y confianza. Y, la confianza no se puede fingir ni construir de la noche a la mañana. Es un proceso emocional que va más allá del discurso o apariencia.
Los políticos que buscan soluciones para mejorar la percepción de su imagen deberían reflexionar sobre el origen de la desconfianza ciudadana. ¿Por qué nueve de cada diez peruanos desaprueban la gestión de Dina Boluarte? La respuesta no radica en una campaña mediática en su contra, sino en la falta de conexión entre lo que dice y lo que hace. La credibilidad es un activo muy importante a la hora de hacer política.
La insensatez política de intentar maquillarse para las cámaras, sin reparar en las acciones que generan desconfianza, es un error común que termina por provocar una distancia o grieta social entre el gobernante y gobernado.
El problema no es la imagen en sí, sino la falta de coherencia entre lo que se proyecta y lo que realmente en esencia es el ser. Como dice el viejo refrán, «el hábito no hace al monje». Los cambios de vestuario o cirugías estéticas no resolverán el problema de fondo: la necesidad de que los políticos recuperen su credibilidad perdida.
Al final, la ciudadanía no respalda o elige por la mejor imagen, sino por la persona en la que siente que puede confiar y gobernar en su nombre.
Domingo, 13 de octubre del 2024
Arrastre electoral o realidad artificial
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