Ecuador en la encrucijada

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La escalada de violencia que actualmente azota a Ecuador no es simplemente un fenómeno aislado, sino más bien el resultado de un problema social profundo que tiene al narcotráfico como su principal catalizador. Esta problemática no es nueva y ha dejado una huella semejante en otros países de la región, siendo México y Colombia claros ejemplos de cómo la presencia de carteles de narcotráfico puede sumir a una nación en un estado de violencia crónica.

El narcotráfico, con sus secuelas de secuestros, asesinatos y tráfico de drogas, está dejando una marca indeleble en la sociedad ecuatoriana, algo parecido a lo que ocurrió en México en la década de los ochenta. La figura de Joaquín Ramírez, más conocido como «El Chapo», es un recordatorio de cómo la violencia asociada al narcotráfico puede alcanzar proporciones desgarradoras.

México vivió y vive la brutalidad de los carteles de la droga, con miles de muertos y territorios disputados durante años. «El Chapo», con sus fugas de prisión y que vivió durante años en libertad, se convirtió en un símbolo de la impunidad que puede reinar cuando las instituciones no logran controlar la situación. La presión internacional, especialmente desde Estados Unidos, finalmente llevó a su captura y condena.

Ecuador, al igual que México, enfrenta el peligro de convertirse en un terreno fértil para el crimen organizado, donde el sicariato operaba con total normalidad y con fuerte impacto en la política. La reciente muerte de un candidato presidencial en 2023 fue una advertencia clara de que la política ecuatoriana no está exenta de la influencia del narcotráfico y el crimen organizado.

La situación también afecta a los países vecinos, como Perú, que recuerda los tiempos de violencia generados por el grupo terrorista Sendero Luminoso. Los peruanos comprendemos que vivir en un entorno de violencia alimenta aún más a la pobreza, y la fortaleza de las instituciones es clave para enfrentar estos desafíos.

Es imperativo que el Estado ecuatoriano, a través de sus gobernantes, tome medidas firmes para controlar esta creciente crisis de violencia antes de que se vuelva incontrolable y crónica. La experiencia de otros países en la región debe servir como lección y motivación para actuar con determinación y evitar que Ecuador se aleje aún más de la senda de la paz y la prosperidad.

Domingo, 14 de enero del 2024

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