Sin oposición política para gobernar

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En su obra maestra «El Príncipe,» Nicolás Maquiavelo advirtió que quien ayuda a otro a alcanzar el poder siembra su propia ruina. Esta advertencia resuena en la actualidad peruana, donde la ausencia de una oposición política plantea interrogantes sobre la salud democrática del país.

Desde el Palacio de Gobierno, se percibe una suerte de co-gobierno entre el Ejecutivo y el Legislativo, donde el gobierno de Dina Boluarte y el parlamento parecen depender mutuamente para mantenerse en pie hasta el 2026. Este matrimonio político, ya sea por convicción democrática o mero oportunismo, se erige como una realidad pragmática. Es aún más preocupante que ambos poderes del Estado cuentan con apenas un 10% de respaldo ciudadano.

El panorama no difiere en la región de Junín, donde el gobernador regional Zósimo Cárdenas parece gobernar sin una oposición política. La situación se replica en la provincia de Huancayo, donde, a casi un año de la gestión del alcalde Denys Cuba, la presencia de una oposición política en los escaños de regidores es prácticamente inexistente. Ni siquiera aquellos que inicialmente ganaron sus lugares en el Consejo Municipal por otros partidos parecen cuestionar las políticas y decisiones del alcalde salvo alguna participación individual. Sorprendentemente, los regidores de oposición parecen disfrutar de su cercanía al alcalde, participando gustosamente en las inauguraciones que este convoca.

La democracia no solo implica el acceso al poder sino también la existencia de un contrapeso político. ¡Cuidado! La población no es ingenua y desechará a todos en la siguiente elección. Es imperativo que la sociedad peruana, los medios de comunicación y los actores políticos reflexionen sobre esta falta de oposición política.

La ausencia de un contrapeso político puede convertirse en una amenaza silenciosa que erosiona los cimientos de la democracia peruana. El debate robusto y la confrontación constructiva son elementos fundamentales para el progreso y la evolución de cualquier sociedad democrática. Sin ellos, nos arriesgamos a una democracia empobrecida y a un gobierno que carece de los controles necesarios para evitar abusos de poder.

Además de la carencia de oposición política, otro actor fundamental en la salud democrática de un país son los medios de comunicación. Si los medios no actúan con independencia y libertad, se pone en riesgo la capacidad de la población para estar informada. La colaboración estrecha entre los medios y los gobernantes, podría generar una peligrosa relación.

Domingo, 19 de noviembre del 2023

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