Festejar el fracaso de una movilización política, sea de izquierda o derecha, no es un acto responsable ni constructivo para el desarrollo de una sociedad democrática. En lugar de celebrar la falta de éxito de un sector político en sus convocatorias, deberíamos enfocarnos en entender las razones detrás de estas movilizaciones y reflexionar sobre el futuro de nuestro país.
Es cierto que la política es una lucha constante de resistencia y supervivencia, donde diversos actores buscan ganar espacios de poder e influencia. Sin embargo, en este juego político, la confrontación suele ser el camino recurrente. En lugar de polarizar y enfrentar a la sociedad, los líderes políticos tienen la responsabilidad de buscar puntos de encuentro y diálogo para encontrar soluciones a los problemas.
Es importante reconocer que todas las expresiones políticas, ya sean movilizaciones multitudinarias o actos más discretos, representan voces y demandas legítimas de la ciudadanía. En una democracia moderna, todas estas voces deben ser escuchadas y respetadas, independientemente de su éxito numérico en las calles. Los ciudadanos deben tener la libertad de manifestarse y expresar sus opiniones, sin temor a ser estigmatizados por sus ideologías.
En el caso del gobierno central, es fundamental que la estrategia política sea en beneficio de todo el país, no solo de un sector. Gobernar con el objetivo de pasar a la historia con altos índices de rechazo ciudadano no es una meta deseable. En lugar de aferrarse a políticas partidistas o polarizantes, los gobernantes deben enfocarse en solucionar los problemas reales que afectan a la población.
La gobernabilidad requiere de una visión inclusiva, donde se escuchen todas las voces y se trabaje en conjunto para construir un futuro mejor para todos. La sociedad necesita líderes que busquen el bienestar común y que estén dispuestos a cambiar de rumbo si es necesario para lograrlo.
Domingo, 23 de julio del 2023
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