La llamada de la tribu, es el título que Mario Vargas Llosa puso a uno de sus ensayos que escribió, hace algunos años, y que de alguna manera, el autor intenta explicar los contrastes de su visión política liberal.
Sin embargo, en esta ocasión no pretendo explicar los alcances de tal enfoque de visión política. Lo que intentaremos es describir el contraste del espíritu de las tribus sociales que salieron a las calles para protestar en contra del gobierno de Pedro Castillo.
Los críticos a los manifestantes sostienen que las convocatorias no son masivas porque los que lideran las marchas son políticos tradicionales. Y, la gente ya está cansada de ver a los mismos de siempre, lo cual, es altamente posible.
Las manifestaciones que se organizan los fines de semana son impulsadas por diferentes colectivos sociales, y desde luego, los más activistas parecen ser personajes políticos con algún propósito electoral. Lo cual no debería llamar la atención porque hacer política es activismo puro.
La diferencia con movilizaciones promovidas por sectores afines a alguna variante de la izquierda peruana es que tales convocatorias se organizaban indistintamente sin coincidencias en horarios de fines de semana. La espontaneidad vale mucho en política.
¿Dónde queda el espíritu de la tribu? Las tribus sociales se movilizan a través del inconsciente colectivo cuando sientan que existe una causa común para movilizarse. Los conciertos de música o las barras en el fútbol son un ejemplo.
Las movilizaciones que suceden en Lima tienen más contundencia y convocatoria mediática porque Pedro Castillo nunca conquistó al electorado limeño. Algo muy diferente acurre en el interior del país donde las convocatorias no son multitudinarias. En el espíritu de la tribu, el ser humano desaparece para ser absorbido por la masa. Vivimos en una sociedad moderna que es una sociedad de masas, y quizás lista para ser formada cual arcilla moldeable.
Domingo, 06 de noviembre del 2022
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