El Perú fue recientemente testigo del Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC) un evento que encapsula la complejidad de la geopolítica contemporánea. Las 21 economías más importantes del mundo se reunieron en Lima, mientras las calles de la capital eran escenario de protestas gremiales. Este contraste, entre lo global y lo local, cobra mayor relevancia con la llegada simultánea de Joe Biden, presidente de Estados Unidos, y Xi Jinping, presidente de China, al suelo peruano. ¡De Chancay a Shanghái!
Estos dos líderes encarnan sistemas políticos y económicos opuestos. Por un lado, Estados Unidos representa una democracia consolidada, marcada por la alternancia entre demócratas y republicanos. Por otro lado, China, con su gobierno autoritario liderado por el Partido Comunista, se ha consolidado como una potencia capitalista sin abandonar su estructura política. A pesar de estas diferencias, ambos países compiten ferozmente por influencia económica y geopolítica.
La visita de Xi Jinping no solo simbolizó la participación de China en APEC, sino que marcó un momento histórico con la inauguración del megapuerto de Chancay. Este proyecto, financiado con inversiones chinas, promete posicionarse como un eje comercial estratégico de Perú y toda Latinoamérica. Más allá de la infraestructura, el megapuerto refleja una estrategia geopolítica de China para consolidar su influencia.
Lo irónico es que, décadas atrás, el discurso de políticos peruanos se enmarcaba en una férrea oposición imperialista, sea este de Washington o de Moscú. Hoy, la narrativa ha cambiado drásticamente: China, con su capital y capacidad de generar empleos, ha encontrado un cálido recibimiento en los peruanos.
La paradoja para los peruanos es evidente. Mientras se celebra la llegada de una inversión millonaria que promete transformar la economía nacional, también se abre la puerta de interrogantes sobre la dependencia económica y la influencia extranjera. El megapuerto de Chancay no es solo una obra de infraestructura; es una muestra de cómo las decisiones locales están intrínsecamente ligadas a las dinámicas globales.
El megapuerto de Chancay es una promesa de progreso, pero también un espejo que refleja las contradicciones y desafíos de un país en busca de recuperar su legado histórico incaico. ¡De Chancay a Shanghái!
Domingo, 17 de noviembre del 2024