Los apellidos en política no solo cargan historias sino también despiertan emociones, recuerdos y, muchas veces, confusión. El caso del “hermano de Martín Vizcarra” que aparece en las encuestas de intención de voto es un ejemplo de cómo las emociones pueden tener más impacto que la razón. Según Ipsos Perú, “M. Vizcarra” figura en el tercer lugar con un 7% de preferencia, al igual que Keiko Fujimori. El detalle es que detrás de esa “M.” no está el expresidente, sino su hermano Mario.
¿Es una estrategia de manipulación electoral? Es difícil asegurarlo, pero resulta evidente que alguien está intentando capitalizar un apellido con carga simbólica. Martín Vizcarra dejó una huella emocional en el electorado la del político que cerró en Congreso para luego ser destituido y procesado judicialmente. Su reciente ingreso y salida de prisión preventiva despertaron el interés de la gente para convertirlo en “víctima política”.
El elector tiende a recordar rostros y nombres más que propuestas. Cuando un apellido se convierte en marca política, basta con reactivarlo en el momento adecuado para generar simpatías o rechazos automáticos. Pero esa estrategia puede ser un arma de doble filo: el mismo apellido que hoy atrae, mañana puede repeler.
Sin embargo, sería un error leer estas encuestas como un anticipo de lo que ocurrirá en las urnas. Aún faltan siete meses para las elecciones del 2026, y los niveles de indecisión, voto en blanco y abstención son una realidad que indica que nada está definido.
Lo que sí es claro es que los políticos tradicionales parecen ignorar a la nueva fuerza electoral de los jóvenes. Según el RENIEC, de los 27 millones de electores habilitados, más de 12 millones tienen menos de 40 años, y de ellos, 6 millones son menores de 29. Este segmento no se informa por los canales tradicionales ni se deja llevar fácilmente por apellidos familiares. Se comunica de manera diferente, cuestiona más y reacciona a la autenticidad.
En este nuevo escenario, quienes apuesten por el juego de la confusión podrían encontrarse con un voto joven que no perdona la manipulación. En tiempos donde la política se mezcla con la desinformación y el espectáculo, el desafío no es repetir apellidos conocidos, sino reconstruir la confianza ciudadana.
Domingo, 4 de octubre del 2025
Diario Correo